Micaela Alvarracin, de 28 años compartió sus testimonio de sanación de Covid-19, por Jehová de los ejércitos.
Dos hermanas en Cristo Jesús, originarias de Argentina, fueron sanadas de la peste Covid-19, antes de que fuesen a un hospital y se las diagnosticaran. Ellas son Micaela Alvarracin, de 28 años y Gabriela de 37 años, quienes compartieron su testimonio con nosotros.
Ambas a pesar de tener todos los síntomas de la enfermedad, como dolor de cabeza, dolor de garganta y falta de respiración, no fueron al médico por miedo. Llenas de fe doblaron rodillas en sus aposentos y clamaron sanidad, misericordia al médico por excelencia: Jehová de los ejércitos.
En Argentina se reportó el primer caso de Coronavirus el pasado 3 de marzo de 2020, y para el 11 de abril llevaban 89 fallecidos por la mortal enfermedad, según medios de comunicación y más de 1,600 infestados.
“Sentí un oxígeno sobrenatural”
Micaela Alvarracin, vive en Mar del Plata, Buenos Aires, Argentina, ella vive con su hija de seis años y sus abuelos de 82 y 85 años de edad. Se dedica a la administración de un edificio donde llegan muchos extranjeros.
En marzo llegó una familia procedente de Estados Unidos a uno de los apartamentos del edificio donde trabaja Micaela, ellos estaban contagiados, pero ella no sabía.
Argentina inició el aislamiento social obligatorio a nivel nacional por la crisis del coronavirus el 20 de marzo. El presidente de ese país Alberto Fernández emitió un decreto prohibiendo a toda la ciudadanía abandonar sus hogares con la excepción de salir a comprar alimentos o medicinas, pero Micaela debía seguir trabajando.
“No sabía que la familia estaba en cuarentena porque estaba afectada y no tomé la debida precaución, no usaba guantes ni mascarilla. Me avisaron una semana después. Yo tenía cuatro días con dolor de cabeza y garganta. Mi mayor temor era contagiar a mis abuelos de 82 y 85 años que viven conmigo”, relató Micaela Alvarracin.
Era cerca de la media noche del día 30 de marzo, la hermana Micaela estaba acostada queriendo dormir, pero el dolor de garganta y cabeza era fuerte. Tenía una opresión en el pecho que no la dejaba respirar.
“Tomé el celular buscando predicas, porque ahora se están usando mucho las redes sociales para dar palabra y encontré al profeta Eduardo Oviedo, en línea y me quedé escuchando la palabra y cuando él estaba orando me entregué al señor y sentí que entró en mí un oxígeno sobre natural, sentía que iba limpiando mis bronquios y pulmones y entró en mí una paz, una llenura del Espíritu Santo”, relató Alvarracin, quien tiene cinco años de haber aceptado al señor Jesús como su único salvador y se congrega en la iglesia Lugar de Sanidad.
Ahora da gracias infinitas a Dios porque la sanó y no permitió que sus abuelos y su hija se contagiaran del coronavirus y ahora comparte su testimonio para honra y gloria de Jehová de los ejércitos.
“Sentí el fuego del espíritu santo entrando por mi nariz”
Gabriela de 37 años es madre soltera, tiene tres niñas y es parte de una cooperativa de trabajo en González Catán, provincia de Buenos Aires, Argentina.
El gobierno argentino había declarado la cuarentena el 20 de marzo de 2020, ante la pandemia del Covid-19, los supermercados estaban llenos. Había que hacer grandes filas para poder comprar alimentos y se estaban agotando con gran rapidez.
Gabriela, quien prefirió no dar su apellido para evitar problemas con las autoridades, porque no fue a un centro médico a verse la enfermedad, fue a dos supermercados para comprar alimentos.
“Para esa fecha ya había mucha gente contagiada, pero no sabíamos quiénes eran. Probablemente ahí me contagié”, refirió Gabriela.
Del 23 de marzo al 25 de marzo, Gabriela pasó tres noches sin dormir, con dolor de cabeza, dolor de garganta, la cual tenía roja y tenía mucha tos seca, y le costaba respirar. Esta sierva de Dios sentía mucho miedo porque sabía que si iba al hospital la dejarían interna y no podía dejar a sus tres niñas solas en casa.
“Tomé mi celular, llamé al siervo Eduardo Oviedo y oró por mí. Yo tenía cuatro años de estar retirada del camino de Dios, pero sabía que era mi única salvación”, relató Gabriela.
El profeta Eduardo Oviedo empezó una oración de sanación a Dios por Gabriela. “Sentía la presencia de Dios. Cerré los ojos y con mucha fe levanté mis brazos y sentí como el poder de Dios me iba quemando. Sentí el fuego del Espíritu Santo entrando por mí nariz, me recorría los bronquios y me iba limpiando todo hasta llegar a los pulmones. Dios me sanó fue impresionante. Estoy sana para la Gloria del Señor”, expresó Gabriela.
Estos dos testimonios muestran la Gloria del Señor, porque estas hermanas en Cristo no tuvieron que ir a hospital alguno, solo bastó su fe y un corazón contrito y humillado a los pies de Jehová de los ejércitos. Dios no comparte su gloria, si ellas hubieran estado en un hospital dirían que fue la medicina la que las sanó.
“Por amor mío, por amor mío, lo haré, porque ¿cómo podría ser profanado mi nombre? Mi gloria, pues, no la daré a otro.
– Isaías 48:11
“Yo soy el SEÑOR, ése es mi nombre; mi gloria a otro no daré, ni mi alabanza a imágenes talladas”.
– Isaías 42:8